Con apenas 22 años de edad, el joven cubano Frank País ofreció su vida en la lucha clandestina contra la dictadura de Fulgencio Batista, que puso fin a su existencia aquí hace hoy medio siglo.
Su deceso marcó una fecha histórica para Cuba, donde cada 30 de julio se conmemora el Día de los Mártires de la Revolución cubana, en recordación a su obra y a la de otros cubanos caídos en la lucha insurreccional.
Por coincidencia, en este día perecieron también el Comandante René Ramos Latour en la Sierra Maestra, en 1958, y el combatiente internacionalista José Martínez Tamayo, en Bolivia, en 1967.
Hace 50 años, Frank fue descubierto por esbirros batistianos cuando trataba de eludir el cerco en las calles santiagueras, junto a su compañero de combate Raúl Pujols.
En esta fecha, cada año Santiago de Cuba se levanta, como lo hizo frente a los asesinatos de País y Pujols, y recorre sus calles principales hasta el cementerio de Santa Ifigenia, para rendirles postrer tributo.
Las cualidades de quien fuera uno de los más destacados luchadores del Movimiento 26 Julio fueron reconocidas por Fidel Castro, al señalar “!Qué monstruos!. No saben la inteligencia, el carácter, la integridad que han asesinado…”.
A su corta edad, Frank había comprendido cuál debía ser el destino de la nación y se sumó a la lucha desde el inicio, convirtiéndose en gran apoyo para la consolidación del frente guerrillero en la Sierra Maestra.
Con apenas 19 años, ya se le conocía entre los elementos rebeldes de las filas estudiantiles, sector donde comenzó sus actividades de oposición a la dictadura batistiana.
En éste joven maestro se conjugaron valores como la entereza, inteligencia, coraje y profunda sensibilidad humana, por lo que es designado para estructurar y dirigir el Movimiento 26 de julio en Oriente, que condujo al triunfo al Ejército Rebelde, en 1959.
La prensa cubana recuerda su extraordinario trabajo de preparación de la insurrección, de apoyo a la vanguardia guerrillera.
Ha sido considerado “el hombre del 30 de noviembre”, debido a que cumplió la misión, en 1956, de poner en pie de lucha a su ciudad natal para distraer a los militares y facilitar el desembarco del yate Granma con Fidel Castro a bordo.
Ese y otros hechos más de la lucha insurreccional lo hacen parte de ese grupo de hombres que ocupan un lugar importante en el proceso revolucionario nacional.
Su sepelio devino una manifestación popular que se recuerda cada año en su natal Santiago, donde se entregó a la causa con alma y corazón y demostró sus excepcionales condiciones de patriota.
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