Acusaciones entre los partidos y descalificaciones mutuas de los candidatos son hoy la tónica dominante de la contienda electoral guatemalteca, cuando sólo faltan 41 días para los comicios.
Los ataques y señalamientos afectan sobre todo a los dos aspirantes que se mantienen al frente en las intenciones de voto, Alvaro Colom, de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), y el general retirado Otto Pérez Molina, del Partido Patriota (PP).
Durante la semana última fue publicado en la prensa un campo pagado donde se acusa a la esposa de Colom de haber pedido 12 millones de quetzales (un millón 600 mil dólares) del presupuesto del Congreso para una ONG que ella dirigía.
A Pérez Molina, por su parte, se le acusa de haber girado cheques por más de tres millones de dólares del Estado Mayor Presidencial a nombre de especialistas del ejército durante los últimos 10 días del gobierno de Ramiro de León Carpio (1993-1996).
También se le vincula con los asesinatos de choferes del transporte público para favorecer su campaña de "mano dura".
"Los ataques suscitados durante las últimas semanas son el reflejo de la lucha que mantienen las agrupaciones políticas por posicionarse en la preferencia del electorado", dijo a la prensa José Dávila, analista de la organización Mirador Electoral.
Es en esta recta final donde las campañas se caracterizan por intentos de desatar escándalos que involucren al oponente, declaró, por su parte, el analista Luis Fernando Mack.
No obstante, los expertos consideran que el voto en primera vuelta ya está definido y de darse una sorpresa tendrá que ser en la segunda ronda.
Unos seis millones de guatemaltecos deberán acudir a las urnas el 9 de septiembre para elegir al presidente y vicepresidente, alcaldes y corporaciones municipales, en una contienda donde participan 16 partidos y 14 candidatos presidenciales.
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