Tras 17 días de emociones y de una vistosa ceremonia de clausura, Río de Janeiro despierta hoy de su sueño Panamericano con la ilusión de haber acogido los "mejores Juegos de la historia".
Presidente de Río 2007 elogia Juegos Panamericanos
La frase, pronunciada por el presidente de la Organización Deportiva Panamericana (ODEPA), Mario Vázquez Raña, caló entre los cariocas, quienes aspiran a acoger los Juegos Olímpicos de 2016, para los cuales se postula, entre otras, la urbe española de Madrid.
El ambiente deportivo que se respiró durante dos semanas comienza a alejarse con la marcha de los deportistas que aún quedan en la Villa Panamericana, mientras muchos de los voluntarios también hacen sus maletas y vuelven a casa.
En las calles, las habituales camisetas amarillas y verdes cederán su lugar a los colores de dos de los equipos de fútbol locales -Vasco da Gama y Flamengo- quienes volverán a llenar de fiesta el mítico Maracaná, pero en un concierto monocorde alrededor de un balón.
De la fiesta más grande del músculo en la región, solo queda el recuerdo y las hazañas de los protagonistas, con los cuales cientos de miles de brasileños y millones de televidentes en todo el mundo vibraron de emoción.
Nadie olvidará acá la derrota del equipo femenino de voleibol ante Cuba, pero tampoco las medallas conseguidas por el ídolo local Thiago Pereira, ganador de ocho medallas de oro en la natación, para dejar un nuevo récord para los Juegos.
Tampoco las victorias del seleccionado femenino de fútbol ni las del baloncesto y el voleibol para hombres, ni la rivalidad ante los cubanos -calentada por la prensa local- por el segundo puesto en el medallero general.
El fin de los Juegos también devolvió a los cariocas a la realidad de los grandes contrastes, con sus diferencias entre ricos y pobres, entre hombres y mujeres, entre la dura realidad y la fantasía que dejó Río-2007.
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