De acuerdo a como lo describen los cronistas de las páginas sociales de la prensa, el Club Big Five es el sitio más distinguido y elegante de Miami, que para que nadie lo ponga en duda, cuenta como socios de esa institución de recreo a las familias más conocidas de la comunidad cubana, a lo que se dice que allí está todo lo que brilla y vale en la sociedad del exilio, entre estos por supuesto, prominentes hombres de negocios y los personajes más conocidos de la política local. Esto sin excluir a Alí Babá y sus 40 ladrones.
Pero a esa lista de supuestos honorables "clubman", se le han sumado dos nuevos nombres cuya fama y notoriedad nada tienen que ver con el mundo frívolo del Jet Set ni de la revista Hola. De que si son socios que pagan sus cuotas de miembros, o si son simples invitados de honor, no lo sabemos, pero lo que sí es cierto, es que en los últimos fines de semana son asidua visita a los salones del Club Big Five dos siniestros personajes del mundo de la violencia y el crimen: Orlando Bosch y Luis Posada Carriles, los dos más conspicuos terroristas del continente americano.
Se les ve juntos, a Bosch y a Posada, en paseo dominical, caminando en animada charla por los salones del Club, conversando muy animadamente como si fueran dos simples inocentes socios del Big Five, haciendo planes para una próxima fiesta de carnavales de ese elegante Club miamense.
Ver para creer. Y luego que no digan que El Duende miente, porque quien nos dio la información estaba allí de cuerpo presente.
El Big Five es un club de amigos, dicen sus socios. A lo que nosotros añadimos, que con esa clase de amigos no hacen falta enemigos
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