El presidente del Banco Mundial (BM), Paul Wolfowitz, enfrenta hoy severos cuestionamientos por violaciones éticas y posible conflicto de intereses, en una situación que atenta contra la credibilidad de la institución.
La máxima autoridad de la entidad tiene de plazo hasta el 9 de mayo para responder a los cargos presentados por un panel de expertos y funcionarios, antes de que la directiva tome una decisión definitiva.
Las criticas se centran en la actuación de Wolfowitz respecto a su compañera sentimental, Shaha Ali Riza, quien era funcionaria del Banco y fue trasladada en el 2005 en comisión de servicios al Departamento de Estado.
Unido a ello, se benefició con un aumento de sueldo hasta casi 200 mil dólares.
La controversia, indicaron analistas políticos de Francia, Gran Bretaña y Alemania, representa un golpe a la actividad de la institución e incluso se escuchan pronunciamientos a favor de una renuncia de su presidente.
En ese sentido, el ministro holandés de Finanzas, Wouter Bos, señaló que en su opinión, el banco solo puede realizar un trabajo satisfactorio si cuenta con una sólida reputación.
Un acuerdo con Washington sobre un eventual cambio en el cargo facilitaría mucho una salida de la situación actual, toda vez que Estados Unidos cuenta con una participación del 16,4 por ciento en el organismo.
Esa última, sumada a la de Canadá y Japón, alcanza menos del 30 por ciento del consejo de administración, lo cual coloca a Wolfowitz en una posición débil si persisten las presiones.
La máxima autoridad de la entidad tiene de plazo hasta el 9 de mayo para responder a los cargos presentados por un panel de expertos y funcionarios, antes de que la directiva tome una decisión definitiva.
Las criticas se centran en la actuación de Wolfowitz respecto a su compañera sentimental, Shaha Ali Riza, quien era funcionaria del Banco y fue trasladada en el 2005 en comisión de servicios al Departamento de Estado.
Unido a ello, se benefició con un aumento de sueldo hasta casi 200 mil dólares.
La controversia, indicaron analistas políticos de Francia, Gran Bretaña y Alemania, representa un golpe a la actividad de la institución e incluso se escuchan pronunciamientos a favor de una renuncia de su presidente.
En ese sentido, el ministro holandés de Finanzas, Wouter Bos, señaló que en su opinión, el banco solo puede realizar un trabajo satisfactorio si cuenta con una sólida reputación.
Un acuerdo con Washington sobre un eventual cambio en el cargo facilitaría mucho una salida de la situación actual, toda vez que Estados Unidos cuenta con una participación del 16,4 por ciento en el organismo.
Esa última, sumada a la de Canadá y Japón, alcanza menos del 30 por ciento del consejo de administración, lo cual coloca a Wolfowitz en una posición débil si persisten las presiones.
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