Los cubanos recuerdan hoy a las víctimas de los bombardeos atómicos de Estados Unidos sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, ocurridos hace 62 años.
El primer ataque norteamericano fue dirigido a Hiroshima y apenas 72 horas después contra Nagasaki, por orden de Harry Truman, presidente de turno en la Casa Blanca.
El fin de semana fue inaugurada en la Casa de Asia en La Habana una muestra fotográfica alusiva a la masacre, promovida por una asociación nipona.
La exposición contiene imágenes tomadas apenas horas después de las deflagraciones, que produjeron la muerte instantánea a más de 150 mil personas.
Otros miles de japoneses perecieron también a causa de las heridas producidas por las explosiones y de enfermedades relacionadas con la radiación.
Más de seis décadas después todavía nacen niños japoneses con secuelas de aquellas barbaries, desatadas por Estados Unidos contra la población civil.
Esos hechos marcaron, según expertos, el inicio de la proliferación de las armas nucleares, que hoy alcanzan una potencia capaz de destruir varias veces al planeta y a sus más de seis mil millones de habitantes.
En la actualidad, Estados Unidos sigue siendo el mayor poseedor de ese tipo de arsenal y el más remiso a renunciar para siempre a su uso, lo cual aumenta los temores de que esas bombas puedan ser lanzadas otra vez.
Hiroshima y Nagasaki son ciudades modernas y cosmopolitas pero sus habitantes llevan el dolor del horror vivido y muchos de ellos también las marcas en sus cuerpos.
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