En los últimos tiempos los científicos y ecologistas en general han vuelto a poner sobre el tapete el tema de la importancia de los manglares, ecosistemas de vegetación costera, protectores de las riberas de cualquier nación, siempre que los conserve.
El cambio climático, el incremento de la frecuencia y ferocidad de los huracanes, las inundaciones costeras por tsunamis u otro tipo de surgencias marinas, han revalorizado el tópico. Gran parte de la indefensión de la ciudad de Nueva Orleáns, desde el punto de vista natural, se debió a la destrucción total de sus manglares. El huracán Katrina en 2005 no encontró obstáculos a su paso y ya se saben las consecuencias.
Los especialistas sostienen que muchos estragos y devastaciones pudieran evitarse si las líneas de la costa conservaran esos ecosistemas que el hombre ha venido destruyendo, en ocasiones con saña. A veces, por considerarlos un estorbo a intereses económicos y otras, porque no ha faltado quienes los califiquen de insalubres y feos.
En Cuba actualmente hay documentos jurídicos y decretos, como la Ley Forestal, que estipulan la protección estricta de los manglares. Centros como el Instituto de Ecología y Sistemática, del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente llevan a cabo investigaciones, con la colaboración de otros organismos.
Recientemente se terminó un importante estudio del archipiélago de Sabana-Camagüey, al centro del país, que de acuerdo con la ecologista Leda Menéndez, dará aportes trascendentes para profundizar en el conocimiento y cuidado de esas valiosas barreras vegetales, de las que la Isla conserva espléndidas reservas.
En el archipiélago cubano, formado por la isla grande, Isla de la Juventud y unos 4 000 cayos, los manglares ocupan una superficie de más de cinco mil kilómetros, lo que significa el 4,8 % de la superficie terrestre total y un 26 % de los bosques.
Se estima que más del 70 % de las costas cubanas cuentan con notables formaciones de manglares, de ahí que se les considere como las formaciones vegetales naturales de mayor importancia.
No sólo en la protección de las riberas juegan un trascendente rol los manglares. También en la estabilización biológica y en los procesos generales de esos ecosistemas. Allí también ocurren la reproducción y cría de especies marinas.
Estos grupos vegetales son comunes en las costas de origen biológico, acumulativas y cenagosas, donde son frecuentes los esteros con escurrimientos de agua dulce. Pero también hay manglares en lugares salinizados como cayos e islas.
Como ya dijimos, el monte de manglar es un complejo que sustenta la vida de especies animales. Entre sus raíces sumergidas habitan numerosos tipos de invertebrados y peces. Las hojas, ramas y raíces de estos arbustos aportan ricos nutrientes al mundo acuático en el que crecen.
También, las raíces de los mangles sirven de refugio a las etapas juveniles de langostas y peces.
En cuanto a las costas, las protegen de la erosión asociada al viento, al oleaje y a las corrientes costeras en general, y son unos eficientes filtros que impiden que sustancias contaminantes lleguen a los arrecifes coralinos u otros medios. No son pocas las razones por las cuales el hombre debe cuidar y recuperar los manglares.
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