Una gran cantidad de informes que han sido ampliamente ignorados por la corriente dominante de la prensa, o que los han mencionado solo de pasada, confirman un nivel sin precedente de destrucción de las infraestructuras esenciales, de pérdida de vidas y de desplazamiento generalizado de personas en Iraq.
Hay más de cuatro millones de refugiados iraquíes y más de un millón de muertos. El 70% de la población infantil no va al colegio. Con todo, estos informes y estadísticas no empiezan a contar la historia de destrucción y violencia ocasionadas por la ocupación estadounidense.
Iraq, que era un país moderno e industrializado antes de la primera guerra contra Estados Unidos en 1991, se encuentra ahora bajo la ocupación estadounidense y se enfrenta a una catástrofe y a la desintegración nacional.
Su sistema de salud pública, que antes fue internacionalmente elogiado, además de gratuito, se encuentra hoy en una situación caótica. Su milenario patrimonio cultural ha sido saqueado y destrozado.
Durante los 12 años de sanciones, desde agosto de 1990 hasta marzo del 2003, impuestas por Estados Unidos y que crearon una enorme hambruna, toda la población de Iraq seguía estando alfabetizada y luchaba por mantener el suministro de agua potable y de electricidad, y unas raciones alimenticias básicas para su población de 25 millones de personas.
Ahora, según Oxfam y una red de 80 agencias de ayuda, ocho millones de personas, casi una tercera parte de la población, necesita ayuda de emergencia.
Para el ejército imperialista de ocupación, la población iraquí se ha convertido en enemigo y es tratada con una represión brutal y absoluta, y provocando una destrucción generalizada.
A su vez, las autoridades estadounidenses han garantizado a los ejércitos privados contratados, mercenarios, la inmunidad total ante cualquier acusación, bien por parte de la ley iraquí o de las leyes militares estadounidenses. Los contratistas pueden interrogar o torturar a prisioneros, hacer labores de inteligencia y matar al azar.
La revista médica británica The Lancet ha publicado dos estudios sobre las muertes debidas a la invasión de Iraq. Los estudios del 2004 y 2006 calcularon el número de muertes causadas por la ocupación, tanto directa como indirectamente. El informe de The Lancet del 2006 informó que el cálculo más correcto del estudio era que desde junio del 2006 habían muerto 655 000 iraquíes más de lo que podría haberse esperado en una situación de no guerra.
Desde entonces ha pasado más de un año de caos y violencia aún mayor, que pueden haber aumentado el número de muertos hasta cerca de un millón.
Las agencias de Naciones Unidas, incluido el Alto Comisionado para los Refugiados, informan que el 70% de la población iraquí carece de acceso al agua corriente y que el 80% no dispone de servicios sanitarios efectivos. La Organización Mundial de la Salud ha constatado un aumento en los casos de diarrea y cólera debido a la contaminación del agua.
El informe de Oxfam afirma que "los servicios de sanidad pública están generalmente en una situación catastrófica". El 40% de los iraquíes se encuentra ahora sumido en la "pobreza absoluta". La tasa de paro asciende al 50%.
Muchas escuelas están cerradas y los edificios han sido ocupados por las personas sin hogar. Más del 40% de los profesores de Iraq, ingenieros, personal médico y otros profesionales esenciales han abandonado el país desde el 2003.
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