La insigne combatiente Vilma Espín Guillois ha entrado -por derecho conquistado- en el retablo de las heroínas de Cuba.
Repercusión Internacional
Tributo póstumo a Vilma Espín
“Cuídamela mucho que ella se la jugó más que yo”, dijo su compañero de armas y de la vida, el General de Ejército Raúl Castro Ruz, a una compañera que emprendería con ella un viaje de trabajo a otra nación.
La ilustrativa e inédita demanda fue revelada en el curso de un testimonio cinematográfico estrenado la víspera, durante la velada solemne en memoria de la mujer cubana que empleó cinco nombres diferentes a lo largo de su vida.
Una ola de ovación sacudió ayer el teatro Karl Marx, en esta capital, ante la escueta exposición de las virtudes y valores de Vilma Espín por parte de personas que la conocieron desde su temeraria juventud.
Fallecida el lunes a los 77 años de edad, Cuba le rinde hoy tributo y, a la vez, se cubre de glorias pasadas y presentes con sus méritos.
Alicia, Mónica, Deborah, Mariela –como se le conoció indistintamente en la clandestinidad-, en suma, Vilma, llenaron con su acción el abrupto camino de la mujer cubana hacia las cumbres del reconocimiento y la liberación social, política y económica.
Compañeros de acción la consideran una “heroína legendaria” durante el enfrentamiento al sangriento régimen del dictador Fulgencio Batista.
Fue una de las primeras cubanas en ascender las montañas de la Sierra Maestra, en el oriente de la isla, para incorporarse al Segundo Frente del Ejército Rebelde, comandado por Raúl Castro.
Con él formaría, a partir de enero de 1959, la familia que integran cuatro hijos y ocho nietos.
El primer vicepresidente cubano escuchó con serenidad el homenaje sentado en la primera fila durante la ceremonia, rodeado por los hijos y nietos de ambos, otros familiares y combatientes de ayer y de hoy.
Decenas de imágenes personales y del matrimonio fueron reveladas. Los fotorreporteros presentes no cesaron de copiarlas a larga distancia con sus poderosos teleobjetivos.
“No hay conquista de los sectores femenino y de la infancia de su país en las que no hayan estado su mano y pensamiento, el sello de Vilma”, de acuerdo con reflexiones hechas en el curso de la pieza documental.
Vilma fue “madre, amiga y hermana”, según la definió el vicepresidente del Consejo de Estado José Ramón Machado Ventura.
“Vilma pensó y actuó como la vida misma”, al decir de su entrañable amiga Asela de los Santos, con quien compartió innumerables instantes de peligro durante la insurrección en la Ciudad Héroe de Santiago de Cuba, donde nació en 1930.
De los Santos reveló que la heroína llegó recorrer en tres ocasiones en un mismo día el trayecto desde Santiago de Cuba hasta la localidad de Manzanillo –a más de 50 kilómetros-, conduciendo un auto cargado de combatientes clandestinos.
Mujer espiritual, dirigente tenaz y fiel, alejada de lo banal, cultivó una profunda cultura, con énfasis en la danza y la música cubanas y universales, según trascendió en el acto.
En una etapa de la epopeya revolucionaria, su casa se convirtió en el cuartel general del quehacer secreto antibatistiano en el Oriente cubano.
Vilma Espín es una mujer de la que se puede hablar en pasado, presente y futuro.
Su figura deviene leyenda -una revolución dentro de la revolución-, por su pensamiento avanzado, su inteligencia y fidelidad, su capacidad para dirigir y actuar más allá del frente femenino a lo largo de más de medio siglo.
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