Comenzó cumbre del G-8

La cumbre del grupo de los siete países más industrializados y Rusia (G-8) comenzó hoy con perspectivas de avance en uno de los más conflictivos temas de su agenda: el cambio climático.
No se descarta, sin embargo, que pueda trabarse en el del despliegue de cohetes norteamericanos en Europa, en particular tras la reunión que sostendrán más tarde por separado los presidentes de Estados Unidos, George W. Bush, y de Rusia, Vladimir Putin.
Según fuentes cercanas a la reunión que se celebra bajo extremas medidas de seguridad en Heilingendamm (norte alemán), Bush anunció su disposición a "participar activamente" en una nueva iniciativa tras un encuentro con el premier británico, Tony Blair.
Tal acuerdo, que pudiera contar con el auspicio de Naciones Unidas e incorporaría a las llamadas potencias emergentes como China al logro de un objetivo común, tomaría el relevo del protocolo de Kyoto, que vence en 2012.
Estados Unidos y Japón se oponen a establecer compromisos vinculantes en el tema de la lucha contra el cambio climático como el que propone Alemania, que lidera un movimiento para reducir a la mitad las emisiones de gases contaminantes para el 2050.
A su llegada a la sede del encuentro, los jefes de Estado y de Gobierno fueron saludados por la canciller alemana y anfitriona, Angela Merkel.
Junto con el cambio climático, los reunidos debatirán el propósito estadounidense de instalar en Europa del este componentes de su sistema antimisiles, que Rusia percibe como una amenaza a su seguridad.
Asimismo, hablarán sobre las incumplidas ayudas a Africa aprobadas en la anterior cumbre de Gleneagles, Escocia.
Al margen de la cumbre, la policía espera nuevas protestas tras los incidentes de anoche, cuando desalojó a miles de manifestantes que habían logrado llegar a la valla de seguridad que rodea Heiligendamm y cortar vías de acceso.
También arrestó a 140 protestantes contra la globalización neoliberal.
No obstante, alrededor de un millar de manifestantes permanecían esta mañana en dos puntos cerca de la valla de 2,5 metros de altura y 12 kilómetros de extensión que rodea el balneario báltico.